La Cúpula del Pasado Milenio

Concierto Extraordinario del ciclo "Voces de Pasión"
12 de marzo de 2016, Cúpula del Milenio, Valladolid










“La Filarmónica y la Esperanza abrirán el ciclo “Voces de Pasión”. Ernesto Monsalve dirigirá un concierto extraordinario el 12 de marzo en la Cúpula del Milenio”. Así lucía la cabecera del periódico El Norte de Castilla anunciando el evento; un concierto patrocinado por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid y la Fundación EME, una entidad privada cuyo fin fundamental es apoyar la cultura y, particularmente, la música.

A las 20.30 comenzó el acto, con bastante público. El nerviosismo se podía palpar, el espectáculo del año estaba a punto de dar comienzo. Monsalve, director de la orquesta y organizador del evento fue el primero en hablar, agradeciendo el apoyo brindado para su realización, y presentando a los participantes que iban a comentar las piezas. Estos representantes de algunas instituciones como La Iglesia, el periódico La Razón, la Uva o el Corte Inglés, hicieron una introducción a cada una de las obras, en las que asistimos sorprendidos a algo bastante novedoso: un aviso sonoro. El aviso consistía en que a los 60 segundos el metalófono tocaría unas notas, a los 75 haría sonar una quinta, y a los 90 los platos indicarían el final del tiempo y el público tendría que aplaudir a pesar de que el invitado no hubiese acabado el discurso. Al final, esas señales sonoras terminaron por poner la guinda cómica al pastel: la audiencia estaba más atenta al hecho de que la presentación no excediese el tiempo dado que a lo que se decía. Seguramente, muy pocas de las personas allí presentes sabrían repetir la última frase expresada por los varones de mediana edad y mediana importancia dentro del panorama vallisoletano, y de hecho, pudimos comprobarlo con el matrimonio que se encontraba a nuestro lado, cuya risa no cesaba al golpe del metalófono. La explicación de dicho aviso no fue retransmitida en el canal Castilla y León 8 de Televisión, suponemos, por lo embarazoso del asunto. Del mismo carácter embarazoso, o incluso mayor, fue la afinación y empaste entre los instrumentos añadido a la mala acústica de la Cúpula del Mileno, un espacio arquitectónico reciclado de la Exposición Internacional de Zaragoza del 2008, que, a pesar de la inversión, todavía no tiene un uso definido, y que, evidentemente, no vale como sala de conciertos.

Se tocaron diez piezas de referencia dentro de la Semana Santa como Evocación de Alberto Escámez, Siete Palabras de Luis Alfonso Miraut o Cristo de las Tres Caídas de Bienvenido Puelles. Sin embargo, en esta ocasión el concierto en sí no fue lo más relevante, por desgracia, y las pretensiones de Monsalve de hacer de aquello algo apoteósico, al juntar a una orquesta con una banda de Semana Santa, no llegaron a buen puerto. La música no merece más apreciación que la que concierne a los arreglos, de los que nada bueno podemos decir. Simples, en el peor sentido de la palabra (aunque los violonchelos debieron pasárselo algo mejor que el resto, ya que tuvieron el papel protagonista en casi todas las obras), y aburridos, consecuencia de que todas pareciesen un "copia-pega" del anterior, sin ningún tipo de variedad tímbrica, dinámica (relegada a un fortissimo constante, al que supo sumarse con gran maestría la banda), ni expresiva. A pesar de los esforzados, aunque frustrados, intentos del director porque aquello sonara "más o menos" bien, el resultado general fue musicalmente nefasto. Problemas de afinación constantes en orquesta y banda, y desbarajustes lógicos en el tempo que, como buenamente podía, marcaba un director al que nadie hacía caso.

Al final del concierto se tocó el bis y el público se puso en pie para aplaudir el espectáculo, aunque no tardaron mucho en huir despavoridos porque, al fin y al cabo, aplaudes porque hay que aplaudir. Independientemente de si Semana Santa sí, o Semana Santa no, un par de cornetas y un bombo desfilando por las calles de la cuidad podrían poner más los pelos de punta, y de hecho lo hacen, que la propuesta de Monsalve.

Es significativo el hecho de que no haya salido a la luz prácticamente ninguna crítica en relación a este evento y, si lo ha hecho, ha sido con carácter de amiguismo; pero para eso ya estamos nosotras. Hacer sonar en conjunto cornetas y violines y cobrar diez euros por presenciarlo, no fue buena idea, como tampoco lo fue que la Diócesis y el Excmo. Ayuntamiento de Valladolid se sentaran juntos. En nuestra opinión, un quiero y no puedo en toda regla.



Buen intento, Monsalve.

LGo, Long Play, Anna Karenina

Comentarios