Cuando la música sobra

Andréi Tarkovsky

      En la actualidad, la mayor parte del cine contiene mucho material musical. Desde los grandes blockbusters hasta el cine independiente, la música parece un hilo que recorre todo el filme. Pero, ¿es la música, especialmente la que parte de instrumentos físicos, necesaria? Para ello veremos como la música acaba teniendo un rol efectista en muchas producciones de Hollywood y de cómo debería llevarse el sonido o la música en el cine.

      El cine es el arte del siglo XX. Este surge cuando, después de poder atrapar una fracción de tiempo en imágenes, el hombre modifica el tiempo. La relación entre el cine y la música proviene desde sus orígenes silentes, cuando un músico, generalmente pianista, acompañaba la proyección con una composición. La labor del músico era la de mecanizar la música a la imagen, fundiéndose en un mismo recorrido ambas obras. Actualmente no se encuentra ningún músico en las salas de cine, pero, la música y su función en un gran número de películas dista poco de aquella época primitiva. La banda sonora sirve como apoyatura a la obra cinematográfica, subrayando el significado de la obra. Pero, esto, no se cumple. El cine está musicalizado en exceso y, utilizando la música, suple las carencias cinematográficas del filme. Es decir, utiliza recursos efectistas para provocar emoción en el público y, el mayor recurso efectista en el cine es la música. Estos recursos son típicos en el cine hollywoodiense, el cine que se llena de estatuillas de la Academia. Un ejemplo reciente de efectismo cinematográfico se puede observar en la película “Green Book” sobre la 1 horas y 30 minutos: Los personajes se encuentran en la carretera en una lluviosa noche. Se bajan del coche. Se ponen a gritar su construcción como personaje para evitar ser construida de manera introspectiva o en minitrama. La música suena cada vez más alta. El espectador se emociona. Pero no se emociona por ser un clímax surgido de la narración del filme, se emociona por los trucos y la música, pues, la música acaba cumpliendo el rol de otorgador de sentimiento, en vez de subrayar el mismo.

      Entonces, ¿cómo debería funcionar la música en el cine? Como he citado antes, la música debe subrayar el mensaje de la película, enriqueciendo la lectura del filme, no dotando una lectura impuesta. La música no debe deformar el objeto, debe darle aún más vida, pero siempre de forma sutil. La buena película es la que funciona igualmente sin música. Un ejemplo de esto se encuentra en una de las obras maestras de Carl Theodor Dreyer, “La Pasión de Juana de Arco”. La película, muda, nunca tuvo una partitura original (por más composiciones que hiciesen de ella, incluso algunas modernas como la de Nick Cave). Se cree que esto fue porque Dreyer creía en el poder absoluto de la imagen, y, sin duda, es una de las películas con mayor poder visual de la historia del cine. Pero, el sonido se acabó uniendo a la imagen, y eso, trae algo mucho más poderoso en el arte cinematográfico y, a la par, menos tomado en cuenta, el ruido.

Fotograma de "La Pasión de Juana de Arco"

      El ruido dota de realidad y mundo propio a la imagen fílmica, mientras que la música acaba entrando en conflicto con la imagen al no ser diegética. Pero, en el cine, no entra todo el sonido natural. Es aquí, en la selección y organización del ruido donde se crea la banda sonora, pues, la banda sonora de una película no se conforma solo con lo que denominamos música, si no que el ruido y las palabras son parte intrínseca de esta. Finalmente, esta selección de sonidos potencia el mensaje que otorgan las imágenes. En el cine del gran director Andréi Tarkovsky, especialmente en sus películas “Stalker” y “Nostalghia”, el ruido ocupa un gran papel narrativo, lírico y onírico. Un ejemplo es cuando el agua empieza a sonar y los filmes nos trasladan al mundo del sueño. Regresando a la música, como cita el propio Andréi Tarkovsky en el libro “Esculpir en el Tiempo”, la música electrónica, con su forma experimental, puede imitar ecos lejanos de la naturaleza y perderse entre la imagen, el ruido y el espectador. Al final, el sonido, debe ser un eco ilusorio de la imagen.

Daniel H. Hompanera


Fotograma de "Stalker"

(Basado en los textos de Andréi Tarkovsky "Esculpir en el Tiempo" y "Atrapad la Vida")

Comentarios