Flamenco 2.0: de Mairena a Rosalía



El flamenco comenzó en torno a 1830 a escucharse en las tabernas y las fiestas de los grandes terratenientes y latifundistas adinerados de Andalucía que contrataban a músicos para que les amenizaran esas veladas, y ahí se conformaron algunos de esos bailes y cantes que luego se conocieron como flamenco. Esta situación comienza a cambiar ante la llegada de los cafés cantantes, que causaron furor en París y España cual culo veo culo quiero, los importó ¡No íbamos a ser menos! Los cafés cantantes ofrecían un espectáculo de variedades donde el flamenco, que había ganado fuerza a principios del S.XIX, se configuró como uno de sus números y se profesionalizó. El tipo de cante que se ofrecía no era el más asequible para los no aficionados, ya que se cantaban siguiriyas, soleares y romances; es decir, cantes en ritmo libre más vinculados a los orígenes. Palos menos festeros y más ligados al cante jondo buscando el lucimiento de los cantaores más que el de los bailaores. 


Pero la fórmula de los cafés cantante se fue agotando y a mediados de 1920 el flamenco se trasladó al teatro con shows de entretenimiento que recibieron el nombre de Ópera flamenca, donde los intereses comerciales de llegar a un público mayor, diversificaron el flamenco hacia otros palos y el lucimiento de los músicos. Se produjeron variaciones estilísticas hacia un cante más adornado y melismático, con muchas licencias en cuento a la manera original de cantar algunos palos, lo cual no fue visto con buenos ojos para los puristas. En esta época existieron grandes artistas asalariados de este mundo del espectáculo, como Pastora Pavón, Manolo Caracol o Pepe Marchena, que causaron furor hasta mediados de los 50. En estos años triunfa la manera de entender el cante de Antonio Mairena, que fue cantaor e ideólogo. Tenía una voz afillá como dirían los entendidos, una voz rota y áspera ligada al cante jondo como podemos escuchar en esta soleá.


Mairena tuvo influencia en muchos artistas, y en torno a él se generó la corriente denominada manierismo que buscaba recuperar la esencia de ese cante jondo, la etnicidad gitana y alejarse de la profusión de cantes que no consideraban puros, como los cantes de ida y vuelta o los fandangos. Imagínense si Mairena o artistas que se consideraban deudores de la impronta del renacer del cante flamenco, como José Menese o El Lebrijano, hubiesen escuchado a Rosalía. Estoy segura que les hubiera dado un infarto cuanto menos.

Pero sigamos caminando en la historia del flamenco para descubrir que Rosalía no es tan trasgresora cómo nos quieren vender, ni ha sido la iluminada a la que se le ha ocurrido fusionar el flamenco.


En los años 60 los géneros que estaban causando furor a nivel internacional llegan a una España que quería modernizarse e incorporan el uso de las cadencias frigias y de la guitarra pero ya con ritmos más modernos. Los grupos surgidos desde el pop, el rock, e incluso el funk o el punk como Smash, Triana o Las Grecas, sirvieron también para modernizar a artistas flamencos. Desde entonces se comienzan a establecer fusiones entre el flamenco y el soul con artistas como Miles Davis y Gil Evans o entre el flamenco y el jazz con Pedro Iturralde. En los años 80 todas estas hibridaciones se comienzan a etiquetar como nuevo flamenco, aunque existen muchas etiquetas como flamenco gitano, rock andaluz…

Este flamenco rehibridizado se fusiona con rítmica, tímbrica, arreglos armónicos de otros géneros y nuevos instrumentos. Para algunos era una profanación, ya que se empiezan a incorporar bajos eléctricos, guitarras eléctricas, baterías o el cajón a finales de los años 70 con Paco de Lucía. También aparece la flauta travesera que era una sonoridad desconocida en el flamenco y percusiones como bongos, congas y todo tipo de teclados o sintetizadores que permitían introducir arreglos para lograr nuevas estéticas y llegar al público más joven o público que nunca se hubiera acercado al flamenco. De esta manera se renueva el flamenco y hay 3 figuras que resaltan por encima de todas las demás, Camarón de la Isla como cantador, Paco de Lucía como tocaor, ambos fueron pareja artística y Enrique Morente en calidad de cantaor y arreglista en la fusión del flamenco con el rock y uso de sintetizadores.

 

Ellos inspiran a nuevos artistas como diferentes aproximaciones como José Mercé, el Cigala, Miguel Poveda, Estrella Morente o Ketama que fusiona el flamenco con la salsa y ritmos latinos.


Entonces, ¿es Rosalía la mayor de las profanadoras?

Rosalía es una más de los artístas que han experimentado y rehibridizado el flamenco. En sus canciones las palmas suelen estar presentes y en algunos casos conforman el eje vertebrados de la canción, como en “Pienso en tu mirá”. Esta bulería por soleá, se trata de una bulería lenta, acompañada de samples electrónicos en compases cambiantes, con una letra corta y pegadiza que trata sobre los celos una de las temáticas típicas de los cantes flamencos, aunque con cierta reivindicación a la violencia de género. En este tema no están presentes las falsetas de guitarra, ni los ayeos o quejidos flamencos que si escuchamos en otros. Incluso en otros temas como "Di mi nombre" se incluyen jaleos del coro también muy típicos del cante flamenco. Eso sí el despliegue de medios audiovisuales, coro, balarines y palmeros en sus actuaciones son apabullantes. Me gustaría poder preguntarle a esas artistas de la ópera flamenca si les hubiera gustado tener este tipo de cuadro flamenco a su alrededor o si por el contrarío considerarían que les quitaría protagonismo y alejaría la atención del público del cantaor. 


Rosalía no ha sido la primera artista en fusionar en flamenco, pero cuando a José Mercé se le preguntó por Rosalía, el cantador afirmó que “lo que ella hacía no se le puede llamar flamenco”, pero, ¿quién tiene la potestad de decidir, qué es o qué no es flamenco? En la misma línea Farruquito también dijo que Rosalía estaba “muy lejos del flamenco, pues es un arte que no consiste solo en cantar aflamencado, sino también en conocer la cultura y llevarla a cabo”. Ante estas opiniones, Rosalía siempre se ha limitado a sostener que “el flamenco no pertenece a nadie, ni siquiera a los gitanos”. Y ahí le tenemos que dar la razón, ya que el flamenco proviene de una mezcla de etnias, de la fusión de las culturas y el sonido gitano, negro, hebreo, árabe, español.

Desde sus orígenes el flamenco ha ido evolucionando adaptándose a los diferentes momentos sociales y evolucionando estilísticamente a pesar de la desaprobación de las figuras más puristas. Además, no debemos olvidar, que la música, como ámbito del patrimonio cultural inmaterial, es un patrimonio vivo que debe adaptarse y evolucionar con la sociedad, ya que su fosilización conduciría a su perdida. 

Marta Martínez
@tinamandaryna

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