Llora (y lloras)


El mundo se mueve rápido, eso está claro. El oído del humano actual procesa cada día una cantidad de información exponencialmente mayor cada día que pasa. Y no procesa muy bien qué entra y qué sale de nuestro pensamiento. Tal vez es por eso que se vive, individual y colectivamente, en una eterna crisis de identidad. Algo similar sucede con la música; entre vertiginosas sucesiones de una y otra canción que el individuo cree que escucha a voluntad, pero son impuestas, parece que el silencio es lo único que puede salvarnos de que nos explote la cabeza. Y, de repente, salta en la radio un fragmento de “Llora”, canción de Marta Valdés, interpretada en el álbum En la Imaginación, de Silvia Pérez Cruz y Javier Colina. Y lloras. Es el silencio y a la vez el grito que dice “¡escúchame!” que nadie estaba esperando. Pero aquí estamos.

El disco En la Imaginación [n.o de catálogo 0602557001969, en torno a 10€] es de 2011, y cuenta con diez pistas (la segunda versión de 2016 añadió tres temas más, y a mayores se lanzó una reedición en 2021 con motivo del 10o aniversario, ya sin variaciones de repertorio) de en torno a 5-6 minutos cada una, fue producido por ContraBaix/Nuba Records (las versiones), grabado en Cata Studios y distribuido por MPO Ibérica/Karonte, aunque las reediciones fueron adquiridas por Universal Music Spain.

Los principales instrumentistas, además de productores, son Silvia Pérez Cruz a las voces y Javier Colina Trío al contrabajo (aunque en la pista n.o 7 también hace coros), y cuenta con Marc Miralta a la percusión, Albert Sanz al piano y Perico Sambeat al saxofón (pistas n.o 3, 9 y 10). La grabación, mezcla y masterización estuvo a cargo de Mario Barreiros. Supone, como todos los discos coetáneos que reintroducen clásicos boleros al estilo ibérico influenciado por jazz, fado y flamenco muy característicos, una novedad casi intelectual: repensar, en este caso según Silvia Pérez Cruz y Javier Colina Trío, el sentimiento de saudade, de morriña, pero también de alegría tibia, de llanto despreocupado... que, a fin de cuentas, actualizan los temas que siguen siendo himno de identidad a uno y otro lado del Atlántico.

La carátula es del fotógrafo y grafista Ferrán López. Es, como todo en este disco, intimista. La cantante abraza a su coproductor. Parece como asomarse a una habitación donde pasa algo de lo que uno es testigo siendo ajeno. Pero conmueve igual, porque lo que se observa es ajeno, sí, pero muy humano, ya sea tierno, triste o desgarrador. La tipografía, Courier New, con los títulos que se solapan como en una ensoñación y la textura en sepia parecen no tener nada que ver con el contenido del disco. En su mayor parte tocan boleros y cada canción es casi de un autor diferente. Me gustaría pensar que refiere a que son canciones de ida y vuelta, que han sido escuchadas y cantadas por unos y por otros como yendo y viniendo en cartas...

La primera vez que En la Imaginación fue llevado a estudio data de 2011, contando con ocho pistas de audio extensas, pausadas, memorables: Debí llorar, de Alberto Vera y Giraldo Piloto; Qué dirías de mí, de María Grever; Mi mejor canción, de José Antonio Méndez; Belén, de Ernesto Grenet; Ella y yo, de Óscar Hernández; En la imaginación, de Marta Valdés; La tarde, de Sindo Garay; Llora, también de Marta Valdés; Si te contara, de Félix Reina; y El panqueleiro, de Abelardo Barroso. A este conjunto se agregaron en 2016 Vete de Mí, de Homero y Virgilio Expósito; La violetera, de José Padilla y Eduardo Montesinos; y la desgarradora Ya no te acuerdas de mí, también de María Grever. Historias individuales que conforman identidades y sensibilidades colectivas de aquí y de allá, y que son testigo de una ida y vuelta completa; en su mayoría, boleros (que ya de por sí es un género transatlántico) convertidos en clásicos, que encuentran una vuelta a la intimidad en el jazz, para volver al otro lado del charco para ir al son cubano y otros ritmos latinoamericanos.

Silvia Pérez Cruz susurra al micrófono. Además, presenta un uso magistral de la voz en el registro medio que le permite moverse entre el apagado timbre de quien canta una nana, el flamenco que fue parte de su formación en la ESMUC, lirismos y adornos al más puro estilo de Amália Rodrígues e, incluso mejor: todos ellos y ninguno a la vez, porque no hay palabra que describa lo delicado que es el tratamiento de la voz por parte de la solista. Sobre Javier Colina, jazzista consagrado, se pueden hacer apuntes muy similares extrapolados al contrabajo, tal vez con la excepción de poder detenernos a admirar la agilidad del punteo en cada solo. El sonido, pues, dado por los co-solistas y co-productores, es recogido en forma de murmullos sordos y extremadamente orgánicos, que por momentos crecen con un control total de la insonorización del estudio y un muy delicado empleo del reverb, especialmente audible donde hay coros. Los demás instrumentos también son interpretados y tratados en postproducción de la misma manera, favoreciendo la homogeneidad del disco, y se mantiene cuando el LP se llevó a las salas de concierto, en su correspondiente gira de estreno.

Llora, original de la cantautora cubana Marta Valdés, es, como otros tantos boleros que llegan como clásicos a buenas manos renovadoras, uno de estos boleros tan despreocupadamente desgarradores, de los que hablan del derrumbe como si no fuera propio. En voz de Silvia Pérez Cruz y manos de Javier Colina, un jazz suave, latino, ralentizado y minimalista. Es precisamente ahí donde reside el carácter sonoro del disco:Se trata de una producción sobria, con un tratamiento pausado de las canciones, libre, de timbre y volumen constante (también gracias a un magnífico control de los instrumentistas).

A pesar de que tan limpio sonido no sería posible en un auditorio, cualquiera que escuche una grabación live puede estar seguro de que la experiencia en concierto es la misma, si no bien enriquecida, que la de escuchar el disco, para después buscar versiones, buscar historias, pensarlas, sentirlas y poder acceder así a un mundo distinto. O simplemente escuchar, y sentirse uno con las historias y las canciones de muchos.

Es por eso que un largo silencio, de la misma manera que estas historias casi susurradas en los cascos, en la radio del coche o en un ordenador, permite al oyente ser, y le permite sentirse parte de historias individuales que constituyen la identidad y la emoción colectiva. Por eso, llora, que en el llanto reside la condición humana.


Spotify: https://open.spotify.com/intl-es/album/69YmT8lkpObBluxLL20q5C?si=Je7e64KzRAm-T70Y-gAzfQ&nd=1&dlsi=a915df8d017a427d


Vera Santiago Molina

Comentarios