Las actuaciones de la final de Eurovisión
acababan de terminar. Los artistas esperaban ansiosos el (pese a lo que pudiera
parecer) momento de la noche: el comienzo de las votaciones.
Las
apuestas habían dibujado ya, previamente al festival, un panorama que, más o
menos, nos hacía imaginar qué podía ocurrir y qué no: Malta, la gran favorita, representada
por Destiny Chukunyere, una joven cantante de 18 años de origen nigeriano
estaba llamada a recoger el micrófono de cristal al final de la gala; Francia, también
de las favoritas, con una chanson al más puro estilo clásico; Suiza,
presentes en la lista con una balada épica; Italia, con un rock impresionante.
Pero todos estos superados, en un principio, por Malta. Y digo en un principio porque según se iba
acercando el momento del festival y más gente conocía la canción italiana, más se
iba posicionando como favorita de las casas de apuestas.
Ocurre,
sin embargo, que estas no son más que pozos dinámicos gestionados por las
élites en los que ricachones y gente adicta al juego depositan sus esperanzas
para sacar la mayor rentabilidad en función del panorama y enriquecerse aún
más; y esto les ciega. Les ciega de tal manera que son incapaces de ver que han
colocado en primera posición un tema que, si bien su sencillez engancha, siendo
sinceros, no va a tener mayor repercusión más allá del festival. Les ciega de
tal modo que en un principio obvian esa canción “rara”, rebelde y rockera,
interpretada por cuatro jóvenes italianos, que rompen con los estándares eurovisivos.
Lo
mismo ocurrió en el año 2017: todas las casas de apuestas colocaban a Italia
como gran favorita, situando bastante detrás esa canción triste, en portugués,
de aquel tipo que vestía mal, y que acabaría ganando el festival.
Del
jurado, como todos los años, poco que decir; unos dando
votos a sus países vecinos, otros beneficiando las apuestas… En general, lo
esperado. Si bien la canción suiza contaba con unas modulaciones en la voz
espectaculares, no era, ni mucho menos, la mejor ni la más entretenida del
festival. Malta, mientras tanto, se había situado en tercera posición, muy
cerca del primer puesto. Pero todo esto se podría resumir con una cita del
popular presentador y jurado de concurso de talentos Risto Mejide, quién el otro día en su Twitter dijo: “Si gana
Italia es pa’ irse”. Pues ahí está la clave: ¿cuántos de los “profesionales”
que conforman los jurados eurovisivos pensarán de la misma manera, cerrando por
completo sus opiniones, sin pararse a analizar los pros y los contras de una
canción? ¿Qué podemos considerar jurado? ¿En función de qué se autodenominan
como tal?
Por suerte -y como era de esperar-
las votaciones del público mejoraron el asunto, dejando de esta manera el top
5:
5. UCRANIA. Go_A – “Shum”
Una
actuación sorprendente para una canción sorprendente. Ucrania estaba llamada a
quedar en buena posición, pero nadie la posicionaba en el top 5. El público,
sin embargo, vio el potencial y catapultó esta canción “folktrónica” desde la
novena hasta una quinta posición muy merecida.
4. ISLANDIA. Daði og Gagnamagnið –
“10 Years”
Otra
de las llamadas a quedar en buena posición. Ya el año pasado se presentaron a
Eurovisión, siendo también de los favoritos, pero la cancelación del festival
impidió tristemente su actuación. Una canción extremadamente pegadiza, llevada
a cabo con un canto muy correcto y una coreografía muy llamativa.
3. SUIZA. Gjon’s Tears – “Tout
l’Univers”
La
balada épico-romántica suiza, cantada en francés, quedó en primera posición en las
votaciones del jurado, pero se desplomó con las votaciones del público,
obteniendo un mediocre resultado que hizo que cayese a la tercera posición. La
canción es bonita y compleja a la par, pero puede ser que, bien por la puesta
de escena, por la interpretación o por la propia canción no convenciese del todo a una parte de los espectadores,
entre los que me incluyo, muy a mi pesar.
2. FRANCIA. Barbara Pravi – “Voilà”
En mi opinión, la mejor
interpretación de la noche. Una clásica chanson francesa con un plus de
emotividad aportado por Barbara Pravi, sumado a la puesta en escena, que bien
podría ser de una película “indie”, hacen de esta actuación toda una maravilla
que rondó los primeros puestos durante todo el festival.
1. ITALIA. Måneskin – “Zitti E
Buoni”
Como
dice el título de la canción, bien tranquilos nos quedamos muchos cuando vimos
que Italia era la ganadora de Eurovisión 2021. Muchos años seguidos llevando
buenas propuestas al festival y siempre quedándose cerca de la victoria. Poco
que decir al respecto, simplemente hay que ver el directo de una canción ya de
por si increíble para entender por qué arrasó entre el público. Lo que está
claro es que estamos ante las nuevas estrellas del rock mundial.
Si has prestado
atención, habrás notado que la canción favorita, al menos en un principio, no
está entre los 5 primeros, y es que Malta acabó en séptima posición. Esto no es
una crítica a la pieza, sino más bien al establishment eurovisivo; el
que da todo por hecho en base a la repetición de unos estándares de calidad
bastante sencillos y pobres durante todos los años. Lo que está claro es que
son innovaciones, como las de Italia o Ucrania las que gustan. Parece, sin
embargo, que muchos países prefieren quedarse en la zona de confort,
conformándose con resultados mediocres y canciones que serán olvidadas al día
siguiente. Eurovisión debe renovarse, sino estará haciendo más daño que favor,
creando piezas completamente volátiles, productos de la industria, restando
valor al arte que es la música.
Por Bernal del Campo Gómez
Comentarios
Publicar un comentario