"Hollywodfun Downstairs", 13 de abril, La Casa, Valladolid
No suele apetecer mucho ir a un concierto un miércoles por la noche, a las afueras de la ciudad, teniendo que madrugar la mayoría de mortales al día siguiente, y además con frío y lluvia. Pero el punk tira mucho.
Con un público extremadamente minoritario, no muy joven que digamos y a juzgar por sus caras en el momento de la performance no muy habituado a escuchar este tipo de grupos, Hollywoodfun Downstairs dieron todo lo que pudieron en el escenario. Y digo todo lo que pudieron porque, es difícil sudar la camiseta cuando en la mayoría de las canciones si ni siquiera te aplauden al final. Parece que, aunque el alcohol siga presente, no se puede gozar si el grupo que toca no es punk calimochero y haces un pogo acaparando la mitad del lugar del público.
Con un público extremadamente minoritario, no muy joven que digamos y a juzgar por sus caras en el momento de la performance no muy habituado a escuchar este tipo de grupos, Hollywoodfun Downstairs dieron todo lo que pudieron en el escenario. Y digo todo lo que pudieron porque, es difícil sudar la camiseta cuando en la mayoría de las canciones si ni siquiera te aplauden al final. Parece que, aunque el alcohol siga presente, no se puede gozar si el grupo que toca no es punk calimochero y haces un pogo acaparando la mitad del lugar del público.
Tampoco es fácil tocar en donde tocaron, con una acústica difícil, en la que es muy probable que se haga bola el sonido y no se entienda a penas, además de no poderse oír dentro u oír al resto de componentes del grupo haciendo que sea también fácil que alguien se pierda en algún tema. Pero a pesar de estas premisas el equipo de sonido no fue para nada mísero, y el sonido cobró potencia suficiente para dar un espectáculo más que decente.
El grupo en sí, procedente de Wellington, Nueva Zelanda, tenían tablas de sobra, y eso se nota. Habiendo teloneado a grupos de la talla de Refused, con humildad se comieron el escenario a pesar de las condiciones diarias y de audiencia. Cuando a un grupo le gusta lo que toca se nota. Un power trio a lo años sesenta, aunque musicalmente no tenga nada que ver con estos, en el que ninguno destacaba por encima del resto pero que en conjunto sí que lo hacen. Pero para mi sorpresa, el día siguiente del concierto al buscar una plataforma de libre escucha para confirmar lo que había visto el día anterior, la mayor parte del material grabado no refleja lo que se pudo ver en directo, a pesar de tener una calidad sonora más que decente.
Melodías a lo Dinosaur Jr., guitarras indie, una batería que bebe de las fuentes del grindcore o el powerviolence, y gritos a pulmón directo mezclado con voces de lo más pop. Esto es lo que presentaron en un directo de no más de 45 intensos minutos. Desconociendo el grupo de antemano, apenas uno de los temas se hizo repetitivo, el resto del concierto fluyó por si solo, llegando a haber un bis final con dos temas demoledores para acabar con los sesos de a quién aún le quedaran.
Armónicamente solo realizaron una escala mayor en uno de los temas, el resto de riffs fueron en su mayor parte provenientes de escalas modales y las guitarras con destacadas melodías disonantes con un toque que recordaba en ocasiones a los inicios de Kyuss. Ritmos de 3/4, 5/4 bañaban los temas, con breves pasajes en ritmos binarios, pero que rápidamente retornaban a estos iniciales. De la sección de bajo simplemente destacar que pocos bajistas de hardcore se atreven a tocar con los dedos. La voz se pudo oír en ocasiones por encima del resto de instrumentos, a pesar de que el micrófono que amplificaba el sonido no funcionaba correctamente. Pero los gritos del cantante sobrepasaban los decibelios del resto de músicos.
Y es que parece una frase hecha, pero hay que apoyar el punk y los espacios locales, porque si no fuera por gente que se lo trabaja y espacios que no se mueven en pro del dinero, este tipo de grupos y de música no llegarían a una ciudad como esta.
P.R.
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