Pensar lo que se dice o decir
lo que se siente es un privilegio del
que pueden presumir muy pocas personas a las que les dicen ser coherentes. En
la música popular urbana, de cierta forma ocurre lo mismo. En dos dimensiones diferentes se encuentran
la música y la letra, y en un momento dado, deciden converger para dar un
sentido único a una determinada canción. Cuanto mejor sea esta mezcla, mayor
coherencia tendrá el tema.
Pues por si esta fuera poco,
desde que se estrenara el primer videclip de la historia (1975), existe una
dimensión más a la que prestar nuestra atención y nuestros sentidos. El
videoclip ha evolucionado mucho desde sus inicios, pero también puede ayudar
(aún más si cabe), a reforzar el sentido de la canción en sí. Dicen que una
imagen son más de mis palabras, pero aquellos que lo dicen es porque nunca han
intentado ordenarlas.
Prácticamente coincidiendo con
el lanzamiento de su último álbum de tres EPs en uno, “Denbora da Polígrafo
Bakarra”, vio la luz el primer videoclip perteneciente a este trabajo. “Zerbait
asmatuko dugu” fue el tema elegido por Berri Txarrak y se encuentra en el EP
más crudo, cañero y con tintes de punk de los tres. Mensajes directos y claros,
melodías agitadas y breves. Zerbait asmatuko dugu trata un tema que por
desgracia está demasiado de moda en el estado español. Una situación límite en
la que se encuentra una familia compuesta por una madre y una hija que esperan
una llamada que les saque de esa angustia. Que les saque de ese sinvivir que
produce la incertidumbre de no saber qué va a pasar con el futuro más próximo, de
vivir con la preocupación de tener las necesidades básicas cubiertas, de no ser
desahuciadas y tener la nevera llena.
Podemos decir que el videoclip
ayuda a reforzar el mensaje de la canción de una manera magistral. Por ese motivo, no es casualidad que “Zerbait
Asmatuko Dugu” ganara el premio a mejor videoclip del Festival de Vídeos y cortometrajes
de Caostica de Bilbao. Con una
combinación de animación e imágenes
reales logra a dinamización del clip que mantiene la atención del espectador
hasta el final. Con un uso del mise en abyme, se van sucediendo escenas de
personas con estética estadounidense de las primeras décadas del siglo anterior en
situaciones desesperadas. Todo acaba con
la imagen de un teléfono antiguo sonando. Esa llamada que de forma tan
angustiosa esperaban la madre y la hija. La misma que a día de hoy muchas familias siguen esperando
JAM
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